lunes, 12 de diciembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA MENTIRA.


La Verdad y la Mentira se pusieron a vivir juntas una vez 
y, pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, 
le propuso a la Verdad que plantaran un árbol, para que 
les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días 
más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se 
conforma con poco, aceptó la propuesta.

Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso, 
la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre 
las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a 
entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que 
la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la 
mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que 
se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto, 
ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir 
y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran 
peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían 
cortarlas o pisarlas, cosa que también podrían hacer los 
animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores 
podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el 
contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros.

Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante 
crédula, muy confiada y no tiene malicia alguna, se dejó 
convencer por su compañera la Mentira; creyò que era verdad 
lo que le decía.

La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban 
las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció 
encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos. 
Y como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la 
admiración de la gente, porque su árbol comenzó a crecer y a 
echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también 
nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores.

Al ver un árbol tan hermoso, muchas personas empezaron a 
reunirse junto a él muy contentas; gozaban de su sombra y de 
sus flores; la mayoría de la gente permanecía allí, e 
incluso quienes vivían lejos se recomendaban el árbol de la 
Mentira por su alegría, sosiego y sombra fresca.

Así, la Mentira se sentía muy honrada y era muy considerada 
por quienes buscaban siempre su compañía: al que menos se 
acercaba a ella y menos sabía de sus artes, todos lo 
despreciaban, e incluso él mismo se descalificaba.

Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy 
feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo 
la tierra, sin que nadie supiera de ella ni quisiera ir a 
buscarla. Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, 
sino con las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó 
tomar como suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer 
y a cortar para su sustento las raíces del árbol de la 
Mentira. Aunque el árbol tenía ramas gruesas, hojas muy 
anchas que daban mucha sombra y flores de colores muy alegres, 
antes de que llegase a dar su fruto fueron cortadas todas sus 
raíces, pues tuvo que comérselas la Verdad.

Cuando las raíces desaparecieron, la Mentira estaba a la 
sombra de su árbol con todas las personas que aprendían sus 
artimañas, se levantó viento y movió el árbol que, como no 
tenía raíces, muy facilmente cayó derribado sobre la Mentira, 
a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus 
acompañantes, quienes resultaron malheridos.

Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la 
Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie 
vio que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy 
maltrechos. Habían recibido gran daño por haber seguido el 
camino de la Mentira.

La Mentira tiene ramas muy grandes y sus flores, que son sus 
palabras, pensamientos o halagos, son muy agradables y gustan 
mucho, pero son efímeros y nunca llegan a dar buenos frutos. 
A quienes usen de los halagos y engaños de la mentira, 
evitalos cuanto puedas, porque cuando se encuentren más 
confiados, les sucederá como al árbol de la Mentira y a 
quienes se cobijaron bajo él.

Aunque muchas veces en nuestros tiempos la verdad sea 
menospreciada, abrazate a ella. La verdad siempre te hará 
libre.

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